miércoles, diciembre 06, 2006

Lucía y Lorenzo

30. BAR. BARRIO CÉNTRICO DE MADRID. INTERIOR. NOCHE.

Lorenzo y Pepe, un gordito vivaracho, están sentados ante una mesa que da a una ventana, por la que se ve una transitada calle.

PEPE:
Te pueden adelantar el veinte por ciento de lo que te pagaron por la primera novela. Más no he podido pedirles.

LORENZO: (Conforme)
No, está bien. ¡Gracias Pepe! Con eso puedo pasar el invierno. Pero diles que para verano saco la segunda.

PEPE:
¿Y será verdad? Llevas dos años en blanco.

Lorenzo, algo decaído, coge el paquete de tabaco que hay sobre la mesa y lo abre. Está vacío.

LORENZO:
Me estoy planteando si realmente soy un escritor.

PEPE:
¿Tú...escritor?... ¡Pero si no sabes ser otra cosa!

Lorenzo, en un gesto de autoburla, estruja en su mano el paquete de tabaco y lo tira haciéndolo rodar sobre la mesa. Pepe lo coge y habla entornando los ojos.

PEPE: (Algo lascivo)
Hasta lo que tiras es bueno.

Y Pepe lanza el paquete estrujado directamente contra la cara de Lorenzo, que lo esquiva ladeándose en el último momento.
El paquete termina en el suelo ante la barra.
Los ojos de Lucía reparan en ello.

PEPE: (Más natural)
¿Por qué no recuperas aquella historia que me contaste, la de la isla?

LORENZO: (Sonriendo levemente)
Con la valenciana. Puede ser. Voy a por tabaco.

Lorenzo se levanta.

PEPE:
Mete mucho sexo. Que siempre se agradece.

LORENZO: (Para sí)
Sí, mucho.

Lorenzo recorre el bar hasta llegar a la máquina de tabaco.
Mete las monedas...
De la mesa de al lado se levanta una joven, Lucía, y se le acerca, algo apurada.

LUCÍA:
¿Puedo hablar contigo?

Lorenzo se vuelve y ve a Lucía, a la que no parece conocer.

LORENZO:
¿Ahora?

LUCÍA:
Pues luego.

LORENZO:
Es que estoy con un amigo.

Lorenzo coge el tabaco que le da la máquina y mira directamente a Lucía.

LORENZO:
¿Sobre qué es?

Ella se queda bloqueada, muda.

LORENZO:
¿Te pasa algo?

LUCÍA:
Sí.

LORENZO:
Dime.

LUCÍA:
¿Ahora?

Lorenzo mira hacia Pepe, que está distraído mirando por la ventana.
Con un gesto la invita a sentarse en la mesa que antes ocupaba ella misma, y él se sienta enfrente.

LORENZO:
¿Cómo te llamas?

LUCÍA:
Lucía.

LORENZO:
Y yo Lorenzo.

LUCÍA:
Ya lo sé. Te conozco. He leído tu novela, varias veces, y... ya no he podido leer nada más. Se me ha agarrado por dentro, y no me suelta.

Lorenzo sonríe con agradecimiento.

LUCÍA:
Pero también te conozco de seguirte, por la calle, cuando te veo. Me gusta andar detrás de ti, saber a donde vas, sin que me veas. Hasta sé cuál es tu portal, está aquí al lado. Y a veces te veo aquí, en este bar. ¿Te suena mi cara?

Lorenzo, que ha estado escuchando con asombro, niega con la cabeza.

LUCÍA:
Soy camarera de ese restaurante. Tú nunca has entrado.

Y señala hacia la ventana. Los dos miran.
Hay un restaurante en la acera de enfrente, justo detrás de Pepe, que hace un gesto a Lorenzo preguntándole qué pasa.
Este le da a entender que va enseguida.

LUCÍA:
Mi jefe está muy bien, y es un buen cocinero, pero me ha propuesto que vivamos juntos. Y la verdad...me ha hecho ilusión. He sentido que me necesita, y ahora él... hasta me gusta, un poco. Así que... he decidido...

Lucía se queda en silencio...

LORENZO: (Animándola, divertido)
¿Qué?

LUCÍA:
Pues que sepas que yo, con quien de verdad quiero vivir... es contigo. Y no es porque te vea muy solo, es porque estoy completamente enamorada de ti. Loca perdida, ya me ves.

Lorenzo se queda unos segundos sin palabras mientras ella se encoge de hombros.

LORENZO: (Sinceramente admirado)
¡Que valiente eres!

LUCÍA:
Pues sí, y se acabó, yo ya lo he intentado. ¿Te ha hecho ilusión?

Lorenzo sonríe y afirma levemente con la cabeza.

LUCÍA:
Me alegro. Te puedes ir cuando quieras.

Lorenzo se queda callado, mirándola fijamente, pero sin saber qué hacer.
Luego lleva la vista hacia Pepe, que está distraído viendo la TV del bar cómo un perro adiestrado se lanza contra el cuello de un muñeco de goma.
Mira hacia la mesa, se fija en las manos de Lucía... y en el paquete de tabaco.
Lorenzo lo abre y lo ve lleno de cigarrillos.
Le ofrece uno a ella, que lo coge con tranquilidad.
Él coge otro y Lucía le da fuego.
Luego ella se enciende su cigarrillo.
Tras la primera calada, Lorenzo por fin mira de frente a Lucía, que espera mientras fuma...

LORENZO:
¿Algo más...quieres de mi?

LUCÍA: (Con claridad)
Sí. Que con el tiempo, y la convivencia... te acabes enamorando de mí, por supuesto.

A Lorenzo se le humedecen los ojos.
Lucía le acaricia el dorso de la mano, con timidez.
Finalmente Lorenzo extiende su mano y coge la de ella.

LORENZO:
Eso está hecho, Lucía.

Lucía le mira abriendo mucho los ojos, asombrada, como si no acabara de creérselo.

LORENZO: (Entusiasta)
Ahora mismo nos vamos tú y yo a emborracharnos por ahí, que hay mucho que celebrar.

Salen del bar y al pasar por la calle ante la vista de Pepe, que le mira alucinado desde su mesa, Lorenzo le manda un beso volado. La cámara panoramiza siguiendo el vuelo del beso.


Secuencia de Lucía y el Sexo

2 comentarios:

Etèria dijo...

Yo me quede fascinada con esta gran película, hecha de retazos de pequeñas historias… Aun guardo esta critica que encontré de la película y de la cual me permito apropiarme hoy: “Lucía y el Sexo es como un libro. Lo puedes hojear, leer en desorden y si leer no te gusta, entonces te vas a la última página. Pero dudo lo quieras hacer, porque Lucía y el Sexo es un cuento de hadas para niños grandes”.

Me voy directa al videoclub… jajaja.

Besos.

Anónimo dijo...

pues tendre que buscar la pelicula en algun lado y verla. porque no es la primera ve que oigo ablar bien de ella.

besos