- Os agradezco esa lección de clasicismo que acabáis de darme –replicaba yo-, pero lo que no podéis negar es que tanto en nuestro jovial y soleado mundo, como en el vuestro, envuelto en brumas, el varón y la mujer son enemigos por naturaleza, y que el amor los une por un breve tiempo, haciendo de ellos un único ser, capaz de un único pensar, un único sentir, un único desear, para luego desunirlos todavía más; y quien entonces no es capaz de imponer su yugo..., pero eso lo sabéis mejor que yo..., quien entonces no es capaz de imponer su yugo, sentirá pronto en su nuca el pie del otro...
He obedecido y ha empezado a fustigarme.
Rápidos y enérgicos han caído sobre mi espalda y sobre mis brazos los golpes; cada uno de ellos me cortaba la carne y continuaba allí quemando. Pero los dolores me extasiaban, pues venían de ella, a la que adoraba y por la cual estaba dispuesto en todo momento a dejar la vida.
Se ha detenido.
- Esto comienza a divertirme –ha dicho-; ya basta por hoy, pero está apoderándose de mí una diabólica curiosidad por ver hasta dónde llegan tus fuerzas, están invadiéndome unos crueles deseos de verte temblar, retorcerte bajo mi látigo, y de acabar oyendo tus suspiros, tus lamentos una y otra vez, hasta que pidas clemencia, y yo siga azotándote sin piedad, hasta que pierdas el sentido. Has despertado en mi naturaleza tendencias peligrosas. Y ahora, ponte de pie.
He tomado su mano para apretar contra ella mis labios.
- Qué atrevimiento. –me ha apartado con el pie- ¡Fuera de mi vista, esclavo!
Pero Wanda no ve aquello, tampoco me ve a mí, que, azada en mano, estoy allí cavando los arriates de flores y hago eso sólo para verla, para sentir su cercanía, que causa en mí el mismo efecto que la música, que la poesía.
La Venus de las pieles
Leopold von Sacher-Masoch
1 comentario:
Hace poco que leí La Venus de las pieles y me removió por dentro. El poder de la mujer radica en la pasión del hombre. Ante la belleza femenina no hay defensa posible. Soy esclavo del deseo.
severinwanda@yahoo.es
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